Para mis niños y niñas

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sábado, 12 de octubre de 2019

Nuestras emociones nos visitan en la clase

Hace ya un par de semanas que nos fuimos metiendo poco a poco en la nueva temática, casi sin darnos cuenta.
En nuestra hora del cuento unimos pececitos, de la temática anterior, la necesidad de venir al colegio y los miedos en esta historia tan simpática.

El burro Orejas, después de unos laboriosos años de trabajo, gozaba de un buen merecido descanso.
Pero tan acostumbrado estaba a trabajar que no podía estar sin hacer nada.

Paseando un día a la orilla del río tuvo una brillante idea:
    -Eso es, cada día vendré al río a pescar y así me distraeré.
   Y desde entonces, sentado cerca del camino a la orilla  del río, el burro Orejas lanzaba el anzuelo al río con un gusano y esperaba a que los peces picaran.
   ¡Qué emoción al sentir el tirón dado por el pez y luego la anhelada espera de tirar del hilo hasta ver el pez agitándose al extremo del anzuelo!
   Pero lo que era ocasión de alegría para el burro, lo era de tristeza para los peces que vivían en el ríoAl ver cómo él burro Orejas iba capturándoles, se reunieron todos para encontrar el modo de librarse de él .
   Después de mucho cavilar decidieron poner en el lugar donde siempre pescaba el burro Orejas, un letrero con la inscripción con letras bien grandes:

«¡Atención! ¡Peligro! ¡Aquí pesca Orejas! No comáis ningún gusano.»

   Desde aquel día, cualquier pececito que se acercaba, leía el cartel y se marchaba por donde había venido. 
   Orejas no comprendía por qué no cogía ya ningún pez. Y se rascaba, pensativo la cabeza pensando en el extraño misterio.
   El pececito Tris, al salir del colegio, solía dar grandes paseos por todos los recovecos del río. "Esto sí es divertido y no tener que estar escuchando y aprendiendo en el cole".

   Un día en una de sus correrías llegó al lugar donde los peces habían puesto el gran letrero.
Tris lo vio - "¿Por qué habrán puesto aquí esto? ¿qué dirán esos dibujitos? parecen las letras que quieren que aprenda en el cole" - En este momento su atención se vio atraída por un delicioso gusano que se columpiaba en el agua.
   -¡Bocado exquisito - pensó Tris.
   Y  ya abría su boca para tragárselo cuando, de pronto, ¡zas! Orejas se había quedado dormido por el aburrimiento de no pescar ningún pez y se cayó al agua. Mal lo pasó. Pero pudo ver el letrero de peligro que los peces habían puesto. Y cómo era viejo y le resultaba difícil salir del agua porque los huesos le pesaban mucho, los peces, compadecidos de él. le ayudaron a salir.
   El burro Orejas les prometió que nunca más iría a pescar. Y los peces le pidieron que se acercara a la orilla, y él y ellos hablarían contándose cosas e historias.
   Tris recibió un soberano susto al ver lo cerca que estuvo de morir pescado por no saber leer y ya siempre escuchaba y atendía en el colegio. Y ¿Sabéis?, llegó a comprender que ir a clase era tan emocionante como pasear a lo ancho y largo del río.
(Cuento tradicional sudamericano)

Nos dio pie para hablar de muchas muchas cosas que se nos iba ocurriendo, pero sobre todo del miedo que teníamos el curso pasado a venir al cole y lo que habíamos aprendido desde entonces. ¡Cómo hemos cambiado!
¿Qué hacemos cuando tenemos miedo?
¿Qué cara ponemos?
¿Nos ponemos nervios@s?
¿Se nos acelera el corazón?
¿Lloramos?
Entonces fue cuando les saqué mi caja negra de los miedos. ¿Qué pensáis que tendrá?
Uno a uno han ido metiendo la mano dentro sin mirar y por el tacto y con mucho valor han adivinado todo lo que había: cucarachas, murciélagos, arañas, brujas, fotos de habitaciones oscuras, tormentas, etc, etc, y "monstruos".
Fue muy muy divertido porque los corazones se les salían y las risas nerviosas eran supercontagiosas.
Pero al llegar a los monstruos, la gran pregunta: ¿TODOS LOS MONSTRUOS NOS DAN MIEDO?
Era el momento de conocer al Monstruo de los Colores, de ver su precioso cuento, de sentir lo que él siente, de achuchar su peluchito, de aprender su canción y sobre todo de hacernos amigos de él porque no nos da nada nada de miedo sino mucha ternura.
 Lo más divertido ha sido dramatizar nuestras propias emociones que no sabemos identificar porque estamos aún liad@s como el monstruo. Nos hemos ido desliando emoción a emoción hasta quedarnos amarillos alegres, verdes calmados y rosas con muuuucho cariño.






Y para que en casa podamos acordarnos de todas nuestras emociones cada vez que nos liemos nos llevaremos esta pequeña marioneta que nos ha salido tan chuli.

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